La sociedad frente a la IA

El avance exponencial de tecnologías como la inteligencia artificial, la robotización y la automatización de procesos está destruyendo rápidamente millones de empleos rutinarios y poco cualificados en sectores como manufactura, transporte, almacenamiento, agricultura, etc. Se estima que hacia 2050 el 75% de los trabajos manuales corren el riesgo de desaparecer, así como un 30% de los empleos que requieren cualificación media o superior.

Esto obligará, a corto plazo, a cientos de millones de personas a reinventarse laboralmente, adquiriendo nuevas habilidades mejor alineadas con los trabajos más difíciles de automatizar que requieren creatividad, interacción social compleja y trabajo emocional. Las ocupaciones ligadas al cuidado de personas (salud, educación), al entretenimiento y experiencias únicas tendrán mayor demanda.

Todo indica que la era de empleos para toda la vida ha quedado atrás. La adaptabilidad y el aprendizaje continuo serán habilidades indispensables en el nuevo paradigma laboral, marcado también por la hiperespecialización. Ya estamos viendo como la Genz empieza tiene normalizado el alternar diversas carreras a lo largo de su ciclo laboral, y la sociedad se verá lo que obligará a repensar los sistemas educativos enfocándolos en competencias de alto nivel.

Esta nueva situación, predecía en futuro medio la tendencia hacia el trabajo remoto y la flexibilidad laboral, pero la irrupción de la pandemia a acelerado enormemente este fenómeno, lo que nos debería obligar a cambiar la dinámica e importancia social del trabajo. De hecho ya estamos viendo experimentos de de implantación de sistemas de renta básica universal que en realidad lo que persiguen es amortiguar el desempleo tecnológico y la máxima capitalista de «vales por lo que gastas y no por lo que produces».

Esto está generando una gran ansiedad e incertidumbre en las clases trabajadoras menos preparadas para la economía digital, que provocarán/están provocando tensiones sociales y políticas en el corto plazo. Se requerirán nuevos pactos sociales que garanticen protección a los grupos no tan beneficiados por la revolución digital y automatización.

Todo esto esta desembocando, como reacción al temor por un futuro laboral sombrío debido a la automatización, a que segmentos importantes de la sociedad se vuelquen a apoyar a líderes y partidos políticos populistas, quienes ofrecen soluciones simplistas y la ilusión de devolver valores del pasado (Brexit, Trump, ascenso de la ultraderecha en Europa, Bolsonaro, Milei,…)

El éxito del mensaje populista se explica en que logra captar las profundas frustraciones de aquellos sectores sociales que se sienten abandonados por las élites políticas tradicionales ante los estragos del desempleo tecnológico. Los populistas capitalizan ese resentimiento contra el establishment.

Sin embargo, los trabajos obsoletos rara vez regresan, y querer traerlos de vuelta mediante el proteccionismo económico y las restricciones migratorias tiene consecuencias sociales negativas, aparte de ser inútil en el largo plazo.

En vez del simplismo retrogrado de los populistas, este nuevo paradigma social requiere que los líderes realmente comprometidos construyan un nuevo contrato social dentro de los desafíos de la cuarta revolución industrial. Esto pasa debería pasar por rediseñar sistemas educativos, implementar programas masivos de recapacitación laboral, crear redes de protección social ante el desempleo prolongado y diseñar esquemas alternativos. Será complejo, pero no hay caminos fáciles hacia el futuro.

En el largo plazo, el avance tecnológico también abre la puerta para una potencial nueva era de creatividad sin límites, liberación del trabajo tedioso y mayor enfoque en objetivos humanos de autorrealización. Pero llegar a ese futuro idílico exigirá replantear muchas cosas sobre el modelo laboral, educativo y político actual.

¿Estamos preparados para afrontar este futuro?